Fuerte acero sus diestras empuñan;
De Jesús el emblema sagrado
Entre rayos de luz esmaltado
Brilla hermoso en el aéreo broquel.
Gloria cantan sus voces alegres,
Y la gloria enardece sus almas;
Solo ansían ganar nuevas palmas;
Solo ansían celeste laurel.
Acometen de nuevo con brío;
Sucumbir en la lid es su gloria;
Y al gritar en su campo ¡victoria!
Se renueva en su pecho el ardor.
Tu escuadrón no abandones, Ignacio;
Seas siempre su norte y su guía,
En él crezca la noble porfía,
Que en sus pechos engendra el amor.
Cuando ruja la fiera tormenta,
Negro el cielo, los astros sangrientos,
Ronco el mar, encontrados los vientos,
Ven ¡oh Padre! tu nave á salvar.
Con tu manto cobija tus hijos,
Dales fuerza, valor y consuelo;
Haz que logren tu triunfo en el cielo
Victoriosos por siempre cantar